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Historia Slowly  
Guanajuato
Guanajuato | 🇪🇸 España

Desde hace tiempo venía pensando en lo mucho que echaba de menos el MSN Messenger. Creo que ninguna de las apps similares que hay ahora pueden comparársele.

Y es que “gracias” a la inmediatez actual se han cargado la magia de la conversación. Ahora cualquiera puede leer un mensaje tuyo y no contestar porque no le pilla bien y está en la calle, o en el trabajo… eso no pasaba en el MSN. Estando “online” las 24 horas se han cargado la exclusividad, el que tú confirmaras conectándote que estabas disponible para hablar.
Porque cuando alguien se conectaba al MSN indicaba precisamente eso: que estaba con el ordenador en su cuarto, sin mucho que hacer, dispuesto a conversar; y además con un teclado de ordenador. Que, sinceramente, le da mil patadas al teclado de un móvil en cuanto a comodidad a la hora de escribir y profundizar.

La mayoría de mis conversaciones actuales por WhatsApp son meras frasecitas cortas, cosas banales, memes, gifs, stickers… Inmediatez barata todo.

Y además, con el WhatsApp me pasa que nunca sé cuándo es buen momento. No sé si es muy tarde y se han dejado el móvil con sonido y los voy a despertar; tampoco sé si me leen en mal momento y luego se les olvida contestarme porque la notificación ya no aparece…

Las mejores conversaciones de mi vida, las más profundas, las que me han durado hasta que amanecía enganchado con alguien escribiendo auténticos tochos de manera cómoda, han sido en el Messenger. Nunca más he vuelto a experimentar una comunicación online igual.

Esto mismo se lo comenté a varios amigos y conocidos, hasta que una chica me habló de Slowly: esa app que me ha hecho darme cuenta que aún es posible volver a recuperar esa «magia» de la conversación online en este mundo de prisas en el que vivimos.

Me parece todo un acierto tanto que Slowly no te de la opción de abrir un chat como la inmensa mayoría de apps de mensajería y ligoteo, como el hecho de que las cartas no lleguen de manera inmediata; sino que, dependiendo de la cercanía, tarden más o menos tiempo.

En principio, al ver que una carta que me enviaban desde el otro lado del mundo tardaba dos días en llegar, pensaba: “¡Pues qué fastidio tener que esperar dos días!”.

Pero, en realidad, tardé poco en darme cuenta que precisamente ahí estaba la gracia: al no ser algo inmediato ni habitual como un mensaje de WhatsApp, cuando recibes una carta te hace mucha más ilusión. Y, además, gracias a Slowly me he vuelto una persona mucho más paciente.

El hecho de que no puedas contactar con los demás de manera inmediata hace que uno se esmere y reflexione bien sobre la carta que quiere enviar. No vas a desperdiciar  toda una carta para poner un simple “Hola, ¿qué tal?”.

Por último, me gustaría expresar mi eterno agradecimiento a los creadores de esta app, a los que la mantienen activa y, cómo no, a todas esas personas maravillosas que he conocido gracias a Slowly.

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