JordiFrancis
Originally written in English. Translated by Damian (ElSaurio).
El comienzo del viaje…
Se dice que toda gran historia tiene un principio, un medio y un final. En este momento, mi viaje por Slowly apenas está comenzando. Como muchos otros usuarios de Slowly, siempre he anhelado tener conexiones más profundas con la gente. Nací en una época en la que escribir y enviar cartas se veía como algo del pasado, pero para mí, siempre ha sido algo hermoso. La sensación de poner la pluma en el papel, y dejar que las palabras fluyan a través de la tinta. Hacer ese viaje al correo para enviarla, y luego olvidarse de ella por un tiempo hasta que inesperadamente se recibe una respuesta.
Hasta hace poco, me escribía activamente cartas con dos amigos muy queridos. Uno de ellos era una señora que se llamaba Ivy, y tenía 106 años. Se tomaba el tiempo y el esforzó de escribirme sus cartas a mano, a pesar de la gran dificultad que esta pequeña tarea suponía para ella, y esas cartas que me envio son tan especiales para mi. Mi otro amigo, que conocí en 2012 cuando yo tenía 20 años, y él tenía 80, vivía en la zona rural del norte de Nueva York en su granja, en una casa que él mismo construyó, ladrillo por ladrillo. Él también escribía sus cartas a mano, en la más bella caligrafía celta, y hasta a veces enviaba fotos, algunas de ellas de sus xilografías y otras de sus tallados en madera. Cuando me enteré en octubre de que estaba en el hospital, volé esa misma semana desde Finlandia para visitarlo en Nueva York; mi primera vez en América. Su familia me aceptó con los brazos abiertos, a pesar de no habernos conocido nunca, porque el tiempo y el esfuerzo que habíamos plasmado en nuestras cartas a lo largo de los años, significaba que yo no era un simple desconocido.
Formar amistades tomarse el tiempo para sentarse y escribir una carta entre el bullicio de la vida, hizo que surgieran relaciones tan especiales e inesperadas, conexiones profundas que llevaré conmigo toda la vida. Así que al encontrarme con Slowly, ahora que tengo un cierto vacío después de perder algunos amigos queridos en 2019, empiezo mi camino sin expectativas, pero con una sonrisa y grandes esperanzas, listo para hacer algunas amistades que tal vez nunca fueron, o que tal vez siempre estuvieron destinadas a ser.
Estas cartas son como soplar un diente de león, haciendo que las semillas se las lleve el viento; tal vez estas aterricen exactamente donde se suponía que debían estar todo este tiempo.