Nganha_nha
El texto original fue escrito en vietnamita y traducido por OpenAI.
Tengo un recuerdo hermoso sobre la amistad, y es el momento en que conocí a mi amigo por correspondencia después de tres años escribiéndonos cartas.
Las conexiones humanas y las relaciones son realmente maravillosas. Hablando de amigos por correspondencia, mucha gente podría no asociar este concepto con la idea de amistad. En comparación con el desarrollo de las aplicaciones de citas, enviar un mensaje instantáneo o interactuar a través de videojuegos, elegir las palabras escritas, plasmar pensamientos y enviarlos de una manera tradicional es una experiencia y sensación especial.
Nos conocimos a través de una aplicación de cartas en línea llamada Slowly en el año 2021, durante la pandemia de Covid-19. Slowly me acompañó en muchas historias cotidianas, y nuestras cartas se hicieron cada vez más largas, al igual que el deseo de conocernos en persona. Sin embargo, con uno viviendo en el norte y otro en el sur, convertir esa idea en realidad no era sencillo.
Después de tres años, finalmente mi amigo por correspondencia tuvo la oportunidad de visitar el norte durante el verano. Por fin, ya no era necesario que las cartas tardaran horas o días en llegar. Planeamos nuestro encuentro a través de cartas y luego pasamos a mensajes para mayor comodidad, aunque esos mensajes aún conservaban mucho del estilo de las cartas. Esto me hizo sentir aún más emocionado por esta amistad tan especial.
Finalmente llegó el día. Nuestro encuentro fue bastante espontáneo: una tarde, me escapé del trabajo para hacer algo con mi amigo por correspondencia. Me preocupaba no reconocerlo después de tanto tiempo, ya que todavía no tenía una idea clara de cómo se veía esta persona discreta. ¿Habría distancia entre nosotros al hablar? ¿O tal vez la idea de teñirnos el cabello juntos en nuestra primera reunión era “demasiado” y podría reducir la interacción?
Llegué al lugar de encuentro, una tienda de tintes para el cabello, y me senté a esperar a mi amigo. Hay una frase muy bonita de El Principito que siempre recuerdo: “Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres.” Así me sentí esperando a mi amigo, no solo durante esos 15-20 minutos, sino como si la espera hubiera comenzado desde la primera carta que intercambiamos. Sentí la felicidad de esperar, especialmente en una sociedad tan acelerada como la actual, donde esperar y dedicar tiempo a alguien se ha vuelto más valioso que nunca.
Nos encontramos y lo primero que hicimos fue abrazarnos fuerte, dejando de lado cualquier timidez o distancia. El paseo que siguió fue muy divertido y marcó un hermoso hito en mi vida.