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Cuando era niña, mi madre y mi abuela se enviaban largas cartas para comunicarse, por eso las cartas ahora me provocan cierta nostalgia y sensación de hogar.

Hace ya un tiempo estoy en una intrincada búsqueda de crecimiento interior, con sus altos y bajos, y eso incluye crear mejores relaciones con las personas. Lamentablemente con las redes sociales es casi imposible. En estas épocas ya nadie te pregunta cómo estás, solo te envían memes o videos y te lapidan si no les gusta algo que escribiste. Parece increíble que en un mundo de 7700 millones de personas podamos sentirnos tan solos.

Como siempre me ha gustado viajar, intenté con varias apps para conocer personas de otros países, pero me topaba constantemente con gente muy grosera y terminaba desinstalándolas. Un día encontré Slowly y fue amor a primera vista. Me encantó toda la idea: el diseño, los sellos, la espera y las personas tan geniales que encontré. Simplemente es la aplicación perfecta.

Gracias a Slowly he conversado con gente en Suecia, Inglaterra, Serbia, Polonia, Perú, México, Argentina, etc. Gente de diferentes edades, situaciones, realidades y contextos, pero con la misma necesidad de conectarse, de contar su historia y de conocer a los demás. Hablar de mis gustos artísticos con una adolescente de Ámsterdam o de mis sentimientos más profundos con un chico de Estocolmo ha expandido mis horizontes y espero seguir conociendo gente maravillosa.

Gracias a quienes crearon esta app, han hecho un gran trabajo.