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Vivimos en un mundo donde parece que nadie tiene tiempo para nada, dónde se premia la inmediatez, dónde nadie quiere ser último, dónde la paciencia es opacada por la ansiedad, nadie vive, nadie siente.
Es mucho más fácil vivir siendo uno más del montón, de seguir con esa cotidianidad característica de este mundo.
Frenar un momento y observar, te hace dar cuenta de lo corrompido que estamos. La maldad, la bipolaridad y la hipocresía se ven diariamente.
Por suerte todavía existe una minoría de personas que quieren escapar de esa realidad.
Ahi es donde aparece esta grandiosa aplicación llamada Slowly, que nos otorga un espacio para poder frenar y escapar de esa rutina típica. Una herramienta dónde el tiempo es un personaje secundario de la película, pero nosotros somos los protagonistas. Dónde el tiempo no se pierde, se invierte. Dónde la comunicación precoz y vacía, se transforma en una de calidad y enriquecedora. Dónde el “¿Hola cómo estás?” , deja de ser un formalismo y se transforma en un intercambio de costumbres, vivencias y pensamientos profundos. Dónde lo que es considerado raro, es algo muy normal para los que están aquí. Dónde esa “minoría” acá existe, y cada vez está más presente.
Gracias a Slowly pude conocer gente increíble, que te escucha, aconseja y realmente se interesa por la persona. Gente con la que pude intercambiar y debatir muchos pensamientos, descubrir nuevas costumbres y creencias. Y lo más importante, gente que no te juzga.
Muchos de ellos pasarán a ser un recuerdo lindo, porque hay gente que deja huellas en el corazón. Pero hay otros que seguirán contigo hasta el final del recorrido.
Sue es uno de esos ejemplos, vive en Singapur y sino fuera por Slowly que nos cruzó, nunca nos hubiéramos conocido.
Escribir es una forma de poner en palabras lo que sentimos y pensamos. El intercambio de cartas te permite eso, y por ende un mayor entendimiento sobre nosotros mismos.
Así que te invito a que le des una oportunidad a esta aplicación, que tengas un poco de paciencia y te prometo que vas a encontrar a esa minoría, así como lo hice yo.
Un abrazo enorme a todos mis amigos por correspondencia y a aquellos con los que alguna vez intercambié algunas palabras.
