Érase una vez una chica que estaba triste porque no tenía amigos. Los había ido perdiendo con el tiempo porque cada año se volvía más introvertida, hasta que ya apenas salía de casa.
Un día decidió probar las redes sociales.

Le maravilló ver platos deliciosos e impecablemente decorados. Trató de poner en práctica las recetas, pero el resultado nunca era el mismo. “Tengo que aprender a cocinar y a emplatar mejor” pensó y lo anotó en la lista de Cosas a mejorar.

Empezó a ver fotos de lugares exóticos por sugerencia de la aplicación. Las aguas cristalinas y el verde esmeralda de la naturaleza la llamaban. Decidió ir a verlo con sus propios ojos. Al llegar, el paisaje era bonito, pero no tanto como le había parecido en las fotos.
Todavía no había hecho ningún amigo y ya estaba empezando a decepcionarse.

Algunos usuarios eran muy amables, pero otros aprovechaban el más mínimo error para criticar y crear polémica. En unos minutos, los mensajes se amontonaban en un caos de unos contra otros.

Y justo cuando nuestra protagonista empezaba a compararse con las demás chicas de las fotos, todas perfectas y felices, decidió que debía de haber otra forma. Una en la que la apariencia no tuviera importancia y todo fuera más lento, más personal.
La encontró.

Gracias a Slowly no ha vuelto a sentirse presionada por tener que responder inmediatamente. Todo resulta más fluido, más tranquilo y ameno.

Durante el tiempo que lleva usando Slowly:

– Ha practicado su inglés
– Mejorado su nivel de chino mandarín
– Ganado experiencia en habilidades sociales
– Aprendido acerca de otros países
– Compartido anécdotas y puntos de vista
– Disfrutado de la compañía de personas de todo el mundo
– Se ha divertido coleccionando sellos

¡Y mucho más!

Agradezco a Slowly por haber sabido aunar lo mejor de cada época, rescatando el envío de cartas y adaptándolo a los tiempos que corren. Gracias por permitirnos disfrutar del placer de ver que nos va llegando una carta, de dejar volar la imaginación para intentar descubrir qué nos dirá, y por supuesto, de la sensación de poner un pedacito de nuestra alma en cada una de las cartas que escribimos.

Gracias a Slowly y a todos los usuarios que hacen posible el uso de esta maravillosa aplicación. Desde aquellos que colaboran comprando un sello, subiendo su cuenta a plus, a los que la recomiendan a sus amigos y, por supuesto, a todos los que la usan ¡Gracias! *–*

Por cierto, la chica que estaba triste porque no tenía amigos, ya no está sola ;D